lunes, 18 de octubre de 2010

Donde no llega la justicia humana.

He dejado a mi hija de 7 años en el colegio como todas las mañanas. He subido a mi coche. Al encender la llave de contacto, automáticamente ha sonado la sintonía de RNE. Comenzaba el boletín de la 09:00. Una de las piezas con conexión era el suceso que anunciaba un nuevo caso de violencia de género. Esta vez tocaba en Tarragona. La información contaba que se encontraba desaparecido el marido de una mujer asesinada. Sus hijos menores no estaban localizados.

Por deformación profesional, practico el zapping radiofónico para tratar de averiguar cuáles son los temas del día en los distintos medios. Escucho la voz de Francino quien realiza su programa en directo desde el nuevo hospital de Reus. Una conexión en directo con SER Tarragona anuncia que están saliendo de una vivienda de la calle Reial dos camillas con los cuerpos de unos niños. He sentido una repugnacia tremenda, una rabia infinita y pena, mucha pena. Tanta, que me han saltado las lágrimas. Esta vez el asesino no se ha conformado con matar a su mujer.

Ella, a sus 26 años, ha sido enterrada en cal viva en la bañera de su casa. Los niños, con 2 y 5 años, yacían sobre su litera.

Había denuncia por malos tratos. Había orden de alejamiento.

¿Por qué la justicia ordena la protección de las mujeres que han sufrido malos tratos y a sus hijos les obligan a disfrutar de su tiempo con el maltratador? Los niños repiten el comportamiento que ven en su padre. Las niñas van moldeando un carácter sumiso y protector hacia su progenitor. Con esta medida se les entrena para ser maltratadotes y víctimas.

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