lunes, 4 de enero de 2010

No necesitamos que sea rosa pero sí seguro


Me alegra saber que en Barcelona las mujeres que lo deseen pueden llamar a un taxi conducido por otra mujer. El único objetivo: la seguridad.
Los habrá que tachen esta medida de discriminatoria hacia el sexo masculino pero jamás me ha contado un hombre que haya pasado miedo o se haya sentido intimidado al encontrarse solo con una mujer en un coche. El caso contrario se da todos los días.

Cuando una mujer se sube a un taxi y el conductor echa los cierres de seguridad, acelera, la mira a través del espejo retrovisor fijamente, realiza preguntas personales o íntimas y se sale de la ruta prevista, el miedo y la angustia se apoderan de ella. A esto, hay que añadir la oscuridad de la noche o estar en un país extranjero. El trayecto suele llegar a su fin sin más incidentes, pero con lo narrado ya es suficiente ¿no?

Los nuevos taxis rosas ya están implantados en las principales capitales del mundo. Su única pega: que escasean.

No hay comentarios: