Maestro de las letras y pionero ecologista. Hombre honesto y familiar. Eterno enamorado. Firmó con su hijo Miguel un testamento ecologista: 'La tierra herida'. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? En ella, se pregunta por el cambio climático, el colapso de las pesquerías mundiales o la pérdida de la biodiversidad en todo el planeta. Y vuelve a preocuparse de nuevo por el campo, su campo castellano.
Él mismo lo dijo al cumplir 87: «Soporto los días, uno tras otro, todos iguales. No deseo más tiempo. Doy mi vida por vivida».«No existe la felicidad. A lo largo de la vida hay briznas de dicha que se deshacen como las pompas de jabón. Yo soy triste".
Un niño que vivió la guerra. «Mis hermanos y yo estuvimos obligados a competir desde el nacimiento».
Sus pasiones. «El amor al campo y a los animales».
Estudió en el colegio de La Salle y las carreras de Comercio, Derecho y Periodismo. Se estrenó en la banca y después compaginó durante años docencia, periodismo y literatura.
Fue director de El Norte de Castilla. Acosado por la censura, optó por dimitir. «Dimití porque el señor Fraga quiso imponerme un subdirector que hiciera las veces de director y, en consecuencia, me controlara. No pude aceptarlo», contaba este hombre que se consideraba «de centroizquierda y cristiano practicante».
Conoció a Ángeles, su gran compañera. «Siempre fue bella, pero, cuando la conocí, era tan bonita e inteligente que tenía alrededor un centenar de moscones. Yo tenía un par de años más, pero nos enamoramos, en el 46 nos casamos y en el 73 la perdí. Eso duró mi historia». Tuvieron siete hijos y tras enviudar, Delibes no volvió a ser el mismo. La soledad le ganó terreno: «Yo escribía para ella. Y cuando faltó su juicio, me faltó la referencia. Dejé de escribir y esa situación duró años. A veces pensé que todo se había terminado». «Con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre del vivir».
El lenguaje para Delibes. «El uso diario lo empobrece, pero el tiempo lo enriquece. Tendemos a reducirlo, a simplificarlo. Nos cuesta armar una frase. De este modo, los que hablan mucho, tropiezan mucho, y los que miden sus palabras se van apartando del problema».
De entre sus 70 obras se quedaba con 'Viejas historias de Castilla la Vieja', el libro «más representativo de todos por su prosa, su paisaje, sus personajes, su movimiento y su sentido del humor».
«Desgraciadamente la salud no me acompaña. La operación de cáncer fue bien, según dicen, pero me dejó un postoperatorio que después de 10 años aún no ha terminado. Quedé inútil para muchas cosas, como escribir o cazar. Y así sigo».
Se le resistió el Nobel. Menos éste, obtuvo todos los premios posibles.
«Yo entiendo que la medicina ha prolongado nuestra vida, pero no nos ha facilitado una buena razón para seguir viviendo. Hasta ahora nuestra vida se ha alargado para poder quejarnos más tiempo de la artritis, la sordera y el lumbago. Para poco más».
Miguel Delibes
17 de octubre de 1920-12 de marzo de 2010